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Medios
Parte de Lo público y lo Privado en la Identidad Politica del FLH
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Anahí Farji Neer
Carrera de Sociología - Facultad de Ciencias Sociales - UBA
anahifarji@hotmail.com
Eje Identidades. Alteridades
“Amar y vivir libremente en un país liberado”: lo público y lo privado en la identidad
política del Frente de Liberación Homosexual
Introducción: la memoria y las identidades políticas
El presente trabajo se inscribe dentro de la línea de investigaciones que buscan reflexionar
sobre las formas de hacer memoria de los hechos ocurridos en el pasado reciente de nuestro país,
más específicamente de las décadas de los ´60 y ´70.
En los últimos años numerosas producciones testimoniales, cinematográficas y
periodísticas se abocaron a la reflexión sobre las distintas experiencias de politización y
radicalización que signaron una generación, y sobre la posterior alzada represiva que mediante el
uso del terror disciplinó a la sociedad entera. Cabe reflexionar entonces sobre el sentido de la
construcción de las memorias de aquellos años, sin olvidar que la producción académica no es
ajena a dichos procesos sino que forma parte activa del “dispositivo de la memoria”1 que traza las
coordenadas del qué y cómo recordar aquellas épocas.
De este modo, el presente trabajo se propone una búsqueda por ampliar la memoria sobre
las identidades políticas que nacieron fruto del imaginario de rebelión gestado en la década del
´60. Se tomó el caso del Frente de Liberación Homosexual (FLH), no sólo por la riqueza que
dicha experiencia presenta para su estudio, sino también con el objeto de repensar las identidades
políticas que nacieron en aquel momento de convulsión social y política. En este sentido,
consideramos que resulta de particular importancia reflexionar sobre las identidades políticas
que, si bien fueron fruto de un contexto de radicalización política común a una multiplicidad de
agrupaciones y movimientos políticos y sindicales, cuestionaron con sus planteos las nociones
tradicionales de identidad política sostenidas por aquellos.
Objeto de estudio y preguntas de investigación
El Frente de Liberación Homosexual (FLH) surgió en el seno de aquel mundo de sentido
que Pilar Calveiro describió como una “constelación de espacios y valores que reivindicaban lo
1
Oberti, Alejandra y Pittaluga, Roberto, Memorias en montaje. Escritura de la militancia y pensamientos sobre la historia,
Buenos Aires, El cielo por asalto, 2006, p. 14
1
estatal, lo público y lo político como posibles principios de universalidad (que) admitía la lucha,
la confrontación y la revolución como formas sino únicas, válidas y valiosas de la política”2. Este
imaginario interpeló a gran parte de la sociedad argentina, y en muchos casos promovió su
integración a las filas de diversas agrupaciones del espectro político de la época.
El aporte de la presente investigación será el de indagar sobre la construcción del sujeto
político del FLH, así como vislumbrar en qué forma se concebían e imbricaban los conceptos de
“lo público” y “lo privado” en el caso de un movimiento que situó como motor de una acción
política una identidad sexual disidente en un contexto de agitación y radicalización política. Las
preguntas de investigación serán: ¿Cómo se concebían en tanto sujeto político? ¿Su militancia
estaba dirigida exclusivamente a aquellos que se identificaran con una práctica sexual no
hegemónica? ¿Se proponían interpelar a otros sujetos tales como trabajadores/as, a intelectuales,
o incluso el Estado? Bajo el supuesto de que el punto de partida de dichos movimientos residiera
en la “liberación sexual”, ¿Cómo entendían dicha reivindicación? ¿Se entendía en el plano de un
proyecto de mancipación social superador o bien se concebía como ejercicio de las libertades
individuales y civiles?
Con respecto a las nociones de “lo político”, “lo público” y “lo privado” y la forma
particular de su articulación, consideramos pertinente retomar el planteo que realiza María
Matilde Ollier3, al postular que una identidad política se construye en el entrecruzamiento entre
tres dimensiones: la política, la pública y la privada (p.14). En palabras de la autora:
“la esfera pública política o esfera política (…) comprende las instancias de competencia
del poder político (partidos, organizaciones guerrilleras, FF.AA.). En el otro extremo,
tenemos la esfera privada que abarca áreas como la familia, los amigos, la pareja y el
barrio. Finalmente hablo de la esfera pública para referirme al espacio social formado por
la escuela, la universidad, la iglesia, los ámbitos de la cultura”4
En este sentido resultará productivo indagar en la forma particular de articulación entre estas tres
esferas al interior de los discursos que constituyen las identidades políticas estudiadas.
Propuesta metodológica
2
Ibíd. pp. 14-15
Ollier, María Matilde, La creencia y la pasión. Privado, público y político en la izquierda revolucionaria, Buenos Aires:
Editorial Ariel, 1998
4
Ibíd., p.19 (subrayado de la autora)
3
2
Para responder los interrogantes planteados, se analizarán una serie documentos producidos por
el FLH entre los años 1973 y 1974: el primer número de la Revista Somos y el manifiesto titulado
Sexo y revolución. Estos materiales fueron seleccionados considerando que dichos documentos
permiten rastrear sus principales definiciones de la problemática que los convocaba y sus
lineamientos programáticos centrales.
Antes de adentrarnos al análisis de dichos documentos, cabe explicitar el punto de vista
que adoptaremos para realizar el análisis documental. Para ello haremos uso de las herramientas
de teoría del discurso planteadas por Isabel Fillinich en La enunciación5, así como del aporte para
el análisis del discurso político realizado por Eliseo Verón en “La palabra adversativa”6.
Expondremos resumidamente ambos desarrollos:
En su texto La enunciación, Isabel Fillinich ofrece algunas herramientas lingüísticas y
semióticas para pensar la presencia del sujeto en el discurso. Retomando los desarrollos de
Benveniste y Bajtin, argumenta que el sujeto se conforma discursivamente al sumir el yo del
discurso y al dirigirse siempre a un tú, fundando por medio del discurso su alteridad necesaria.
Para la autora, asumir el lenguaje implica “la instauración de un lugar desde el cual se habla, de
un centro de referencia alrededor del cual se organiza el discurso”7. Fillinich postula que existen
dos nociones centrales: la enunciación o dimensión enunciativa siempre implícita bajo la cláusula
“yo digo que…” y el enunciado o dimensión enunciva: el texto proferido. Desde este punto de
vista, la autora plantea que puede rastrearse -a través del análisis de la relación entre la
enunciación y el enunciado- la forma en que se construye el sujeto del discurso y, a través del
análisis del uso de los deícticos y los tiempos verbales, la forma en que aquel se relaciona con las
categorías de espacio y tiempo8. Dichas huellas son “las marcas observables del enunciado, (…) a
partir de ellas se proyecta en el nivel implícito de la significación”9, esto es, la estrategia
discursiva presente en un texto.
Por otro lado, Eliseo Verón en su texto titulado “La palabra adversativa”10, se propone
pensar el discurso político como un género discursivo, esto es, como un discurso que posee un
5
Filinich, María Isabel, Enunciación, Buenos Aires, Eudeba, 2001
Verón, Eliseo: "La palabra adversativa", en AAVV; El discurso político. Lenguajes y acontecimientos; Hachette; Buenos Aires,
1987
7
Filinich, María Isabel, Op. Cit., p.15
8
los deícticos son “formas vacías cuya significación se realiza en el acto del discurso”: son aquellas que organizan las relaciones
espacio-temporales en función del sujeto y forman el punto de referencia de la enunciación”, Ibid, p. 16
9
Ibíd., p. 23
10
Verón, Eliseo, Op. Cit.
6
3
patrón temático, composicional y estilístico específico acorde a su función específica11. Para
Verón una de las principales características del discurso político es su carácter polémico, esto es,
un tipo de discurso que implica siempre un enfrentamiento, y por lo tanto un adversario. Este
discurso se encuentra habitado por tres términos vitales: el Otro negativo (el adversario o
contradestinatario), el Otro positivo (el protodestinatario o colectivo de identificación) y un
tercer destinatario que refiere a aquellos que no han tomado posición (los paradestinatarios). En
este sentido, para el autor el discurso político cumple tres funciones: la polémica, el refuerzo y la
persuasión. Asimismo, es un discurso que se caracteriza por presentar ciertos componentes o
zonas características: descriptivos, didácticos, programáticos e interpelativos.
Utilizaremos estas herramientas teóricas para adentrarnos en el análisis de los documentos
escogidos. Antes de ello, describiremos brevemente las características que asumió el FLH en su
surgimiento.
El Frente de Liberación Homosexual: el goce en disputa
El clima político, social y cultural que impuso la dictadura del General Onganía a
mediados de la década de los sesenta se caracterizó por su afán represivo y moralizante. Fue este
ambiente el caldo de cultivo para la politización social de diversos sectores sociales y para su
integración en organizaciones políticas, sociales, sindicales o armadas, siguiendo el ejemplo de la
revolución cubana, la experiencia de la Guerra de Vietnam o el Mayo Francés.
Por su parte, el discurso nacionalista y conservador de la Revolución Argentina tuvo por
objetivo, entre otros, la moralización de las costumbres y la regulación de la vida privada. De
estas políticas, la homosexualidad fue un blanco predilecto a través de operativos sucesivos tales
como clausura de los bares de la sub-cultura homosexual y clandestina de la época, persecuciones
y razias policiales. Es así que, con el antecedente de los movimientos feministas, los
movimientos
“gay power” estadounidenses posteriores a “rebelión de Stonewall”12 y
los
movimientos raciales norteamericanos -los “Panteras Negras”-, en nuestro país los movimientos
por los derechos de los homosexuales surgidos en la década de 1970 generaron una reflexión y
11
Bajtin, Mijail, “El problema de los géneros discursivos” en Estética de la creación verbal, México: Siglo Veintiuno, 1982
“La revuelta del bar de Stonewall en EEUU, en Junio de 1969, cuando gays, lesbianas y travestis se amotinan y resisten con
barricadas en las calles una nueva redada policial” Bellucci, M. y Rapisardi, F.: “Alrededor de la identidad. Las luchas políticas
del presente” en Revista Nueva Sociedad, N° 162 Julio - Agosto de 1999, p. 46
12
4
una acción militante que tuvo como eje la liberación de las “condiciones de opresión de los
homosexuales”13.
El primer intento de fundar una organización para promover el surgimiento de un estado
de conciencia sobre la situación de opresión de los homosexuales en Argentina se remite a la
creación de la agrupación “Nuestro Mundo” en el año 1969. Liderado por un empleado de
correos y miembro del Partido Comunista, esta pequeña agrupación estaba formada en su
mayoría por trabajadores. La tensión entre las ideas revolucionarias y la emancipación sexual
signó los debates de dicha agrupación desde sus orígenes, y difícilmente podría afirmarse que
haya sido subsanada con el correr del tiempo. Al darse el encuentro en el año 1971 entre la
agrupación “Nuestro Mundo” y un grupo de tendencia intelectual que se abocaba a traducir y
discutir los documentos de la agrupación estadounidense “Panteras Negras”, se dio origen al
Frente de Liberación Homosexual14. En sus inicios la organización se regía según los parámetros
del “centralismo democrático” propio de los partidos de izquierda, estructura que fue disuelta por
su carácter jerárquico luego del ingreso al Frente del “Grupo Eros” -formado en su mayoría por
estudiantes universitarios- para adoptar la forma de una “confederación de grupos celulares que
gozaban de autonomía”15. El Frente de Liberación Homosexual llegó a nuclear agrupaciones de
distintos estratos sociales y tendencias ideológicas identificados con una orientación sexual
disidente: el grupo de profesionales (que nucleaba psiquiatras, profesores y abogados), el grupo
Eros (agrupaba estudiantes universitarios y se encontraba liderado por Néstor Perlongher; fue el
grupo mas radicalizado políticamente y el que finalmente hegemonizó el Frente), el grupo
Nuestro Mundo anteriormente mencionado, el grupo Bandera Negra (de tendencia anarquista) y
finalmente el Grupo Safo (integrado por lesbianas)16. Si bien pueden rastrearse diferencias
internas al interior del Frente, aquellas agrupaciones que lo integraban acordaban al definir su
objetivo programático central: combatir “el modo de opresión sexual heterosexual compulsivo y
exclusivo”17. Indagar en la forma en que concebían dicha opresión y dicho combate será uno ejes
del análisis que a continuación desarrollaremos.
13
Bazán, Osvaldo, Historia de la homosexualidad en la Argentina. De la conquista de América al siglo XXI, Buenos Aires:
Marea, 2000, p. 293
14
Perlongher, Néstor “Historia del Frente de Liberación Homosexual de la Argentina” en Prosa Plebeya, Buenos
Aires: Colihue, 1997
15
Bazán, Osvaldo, Op.Cit., p.148
Sebreli, Juan José, “Historia secreta de los homosexuales de Buenos Aires” en Escritos sobre escritos, ciudades bajo ciudades,
Buenos Aires: Sudamericana, 1997, p. 334
17
Perlongher, Néstor, Op. Cit., p.78, subrayado del autor
16
5
Manifiesto Sexo y Revolución
El manifiesto “Sexo y Revolución” es un texto particularmente situado en los debates de
su tiempo. Enmarcado en el paradigma marxista, se propone ser crítico de ciertas lecturas
particularmente deterministas, introduciendo el problema de la subjetividad y el deseo en los
procesos revolucionarios. A su vez, retoma componentes teóricos provenientes del psicoanálisis y
especialmente del pensamiento feminista. Dada la importancia de este último en las
formulaciones del FLH, consideramos pertinente incluir a continuación algunas palabras sobre el
mismo.
A partir de la segunda mitad del siglo XX diversos hechos comenzaron a modificar el
status de las mujeres en la sociedad sobre todo en los países centrales. Su ingreso al mercado de
trabajo, la aparición de la píldora anticonceptiva como forma de control de la natalidad y la
liberalización de las costumbres tendieron poco a poco a instaurar la “crisis de la moral burguesa”
en lo que respecta los roles de género y a la sexualidad como tema tabú y práctica orientada
exclusivamente a los fines de la reproducción. El llamado “nuevo feminismo” -surgido en los
Estados Unidos a principios de los ´60- sostenía que la igualdad jurídica y política conquistada
durante el siglo XX no era suficiente para modificar el estatuto subordinado de las mujeres, ya
que para transformar radicalmente las relaciones de género era necesaria la liberación de las
condiciones de opresión sexual de las mujeres tanto en el plano psicológico –la negación del
placer femenino- como reproductivo -la maternidad como destino inexorable-. La corriente del
feminismo radical sostenía que el principal antagonismo social estaba dado en función del sexo,
acuñando el concepto de “patriarcado” para denominar al sistema que oponía dos clases sexuales
antagónicas. Por otro lado el feminismo socialista consideraba que la lucha feminista debía
insertarse en el enfrentamiento global al capitalismo y proponía incorporar sus consignas a las de
las organizaciones contestatarias18. Es en este sentido que decimos que es un texto situado en los
debates de su época, porque en sus líneas articula el imaginario de rebelión política y social que
se respiraba en nuestro país, con las reflexiones propias de la “revolución sexual” que el
psicoanálisis y el feminismo norteamericano habían comenzado a instaurar a lo largo del mundo.
El texto se encuentra redactado en tiempo presente y hasta la mitad del documento utiliza
voz de la tercera persona, sin aclarar cuál es el sujeto enunciador, produciendo el efecto
discursivo de axiomas aparentemente objetivos y descriptivos de un estado de cosas constatado,
18
Di Tella et. al., Diccionario de ciencias sociales y políticas, Buenos Aires: Emecé, 2001 pp. 276-279
6
referidos al sistema social capitalista y a la persistencia y reproducción del mismo. De este modo,
comienza estableciendo un punto de partida histórico necesario para arribar a las conclusiones
que posteriormente desarrollará: un momento específico “en la historia de los procesos
revolucionarios”19 Dicha afirmación y las citas al pie de página enuncian la adopción del
paradigma marxista para pensar su situación presente. La tesis central expresada en la primera
página plantea que la transformación en la estructura económica no determina directa e
inexorablemente la alteración de la superestructura ideológica. Luego, el principal componente
didáctico del manifiesto pone en el centro de la escena el problema de la subjetividad dentro del
paradigma marxista, al afirmar que
“un sistema social se mantiene no solamente en base a los mecanismo de explotación
económica, sino que es esencial para la perpetuación de esos mecanismos la producción
de seres humanos completos con una sicología [sic] estandarizada según las necesidades
del sistema”20
Estas líneas introducen la importancia que adquiere la subjetividad en el mantenimiento de un
orden de opresión, ya que en última instancia la estructura de dominación se sostiene a través de
actos cotidianos llevados a cabo por individuos cuyo accionar la reproduce acríticamente. Cabe
destacar que la ausencia de referencia al sujeto de la enunciación da una sensación de objetividad
que pretende ubicar al enunciador por fuera de los mecanismos de alienación descriptos. Luego,
habiendo esbozado dicho principio, a continuación se realiza un llamamiento a
“discernir los vínculos existentes entre la estructura de la explotación (extracción de
plusvalía) y la ideología de la vida cotidiana que envuelve cada uno de esos actos, por
mínimos que sean”
ya que
“todos los actos privados y todos los actos comunales de todos los individuos (el fútbol,
las vacaciones, el amor, el consumo) resultan ser actos que cumplen una función
política”21
Pueden reconocerse en estas líneas la presencia de un tópico originado en los debates feministas:
la relación entre lo personal y lo político, en tanto posibilidad de inscribir las vivencias más
19
Sexo y revolución, p. 1
Ibíd., p. 3
26
Ibíd., p.3
20
7
intimas y privadas en una problemática pública. Asimismo, la relación entre lo público y lo
privado en la lucha política se establece en su denuncia de un
“desfasaje entre la política como actividad externa, social y la política como actividad
privada, individual, interna. (…) La política es algo que se ejerce en todos los momentos
de la vida cotidiana y que se trasluce en todas nuestras elecciones por ínfimas que sean”
Y asevera que
“una praxis revolucionaria que no ponga en tela de juicio la moral burguesa, la está
aceptando objetivamente y perpetúa por un lado lo que pretende destruir por el otro”22
Uno de los aportes a nuestro parecer mas provocadores de este manifiesto es la incorporación de
la dimensión del deseo y de la sexualidad en la ecuación revolucionaria, al ubicar en la
sexualidad el espacio de una libertad pura y prístina, que el capitalismo se ha encargado de
dominar y encauzar para asegurarse la productividad del trabajo enajenado:
“en la sexualidad, en la multiplicidad y riqueza de sus potencialidades está inscripto el
primer atisbo de libertad que encontramos en la naturaleza”23.
A su vez, la instauración la exclusividad genital para el goce sexual y de una heterosexualidad
obligatoria es la culminación de este proceso de represión de la sexualidad que se asegura a
través de la moral y la cultura, prescribiendo cuáles son las formas “correctas” del goce sexual y
signando como “desviadas” a todas aquellas que no encajen con tales mandatos. Un brazo
importante de este mecanismo de represión se encuentra asegurado por el Estado, el cual
mediante sus aparatos represivos penaliza las conductas concebidas como inmorales, ejerciendo
acciones que
“revelan la existencia de una persecución discriminada, ejercida por el Estado a través de
la Policía contra las formas no convencionales de sexualidad, y reflejan la plena vigencia
del sistema machista como así también el propósito de quienes tienen el poder de
perpetuarlo” 24
Una vez desarrollados los aspectos descriptivos y didácticos sobre el estado de situación actual, el
texto asume la primera persona del plural y explicita al enunciador del discurso –el Frente de
Liberación Homosexual- y su planteo programático gestado por y para los homosexuales.
Algunas líneas del manifiesto se remiten a la justificación de la adopción de un programa político
22
Ibíd., p. 11
Ibíd., p. 5
24
Ibíd., p. 8
23
8
dirigido exclusivamente a la cuestión de la homosexualidad argumentando que, de no hacerlo, se
estaría dejando de lado la lucha contra una opresión específica, la que no es combatida por las
organizaciones políticas revolucionarias:
“los homosexuales somos un sector del pueblo que padece una forma de represión
discriminada y específica originada en los intereses mismos del sistema, e internalizado
por la mayoría de la población, incluso por algunos sectores pretendidamente
revolucionarios”25
De este modo, reconoce un sistema de opresión particular: el sexista, y unos sujetos oprimidos
por este: “los homosexuales y las mujeres”26. Así, el componente programático del manifiesto
queda explícito en el llamamiento a
“comenzar a realizar una revolución que, simultáneamente con las bases económicas y
políticas del sistema, liquide sus bases ideológicas sexistas”27
El manifiesto define un nosotros inclusivo, en tanto “organización de homosexuales de ambos
sexos que no estén dispuestos a seguir soportando una situación de marginación y persecución
por el solo hecho de ejercer una de las formas de la sexualidad”28.
El texto ubica en la sexualidad una zona revolucionaria per se para la existencia humana,
al establecer que
“Si el sexo tiene alguna función es la de unir a los seres humanos en formas
constantemente renovadoras y creativas”29
En este orden de cosas, los homosexuales encuentran en su capacidad de vivir libremente su
sexualidad un potencial revolucionario intrínseco ya que
“los homosexuales reivindican, de hecho, las posibilidades plásticas inherentes a la libido
humana, que el sistema de dominación sexista se empeña en mutilar”30.
Cabe destacar que estas líneas presentan una idea de libertad centrada puntualmente en el
ejercicio de la sexualidad y no en otro ámbito. A su vez, se enuncia la existencia de un momento
mítico y ubica en dicho momento una verdad sobre la sexualidad: su carácter múltiple y
polimorfo. En este sentido puede afirmarse que el texto presenta una tensión muy particular entre
lo público y lo privado. Si bien ambas se conciben como esferas específicas pero imbricadas e
25
Ibíd., p. 10
Ibíd., pp 10-11
27
Ibíd., p. 9
28
Ibíd., p. 9
29
Ibíd., p. 8
30
Ibíd., p. 8
26
9
inescindibles, de algún modo se plantea que el espacio primordial para el ejercicio de la libertad
es el ámbito privado, dado que se ubica a la sexualidad como momento de ejercicio de libertad
por excelencia. Sin embargo, y dado que son esferas imbricadas, resulta imprescindible liberarse
de las condiciones de dominación más generales, las capitalistas, para alcanzar la libertad en el
ámbito privado en el que se despliega la sexualidad. De este modo, el ámbito de lo público es un
espacio que cumple el rol de medio para alcanzar el fin de la liberación de las condiciones de
opresión sexual.
Revista Somos
La revista “Somos” era el medio de difusión del FLH. Se trató de una publicación de
edición casera, cuyo primer ejemplar salió a la luz en Diciembre de 1973 y continuó produciendo
números de forma irregular hasta el año 1976. A nuestro entender el análisis de los contenidos de
dicha publicación resulta revelador ya que permite vislumbrar la forma en que se configuraba la
homosexualidad en tanto identidad socio sexual, las condiciones en las que era vivida dicha
identidad en el momento de producción de estos documentos y las características que asumió su
desdoblamiento en identidad política en el caso del FLH.
La revista comienza con un poema que hace las veces de manifiesto y toma de posición
inaugural:
“Una vez, alguno de nosotros soñó con un lugar/ Era un lugar abierto, espaciado/ Había
una avenida que se llamaba libertad/ En lugar de explotarse las unos a los otros, la gente
se amaba/ Nadie agredía a nadie porque todos hacían el amor con quien querían”31
Si bien se aleja del género del manifiesto político, encontramos que este poema se encuentra en
concordancia con los planteos de “Sexo y Revolución”, en tanto proclama de liberación de las
condiciones de opresión tanto materiales como morales.
El segundo artículo es el relato de un suceso de represión policial vivido por un grupo de
homosexuales en la ciudad de Montevideo en el año 1958. En dicha nota puede apreciarse un
léxico más coloquial, a través del cual se ve reflejada la cotidianeidad de la cultura homosexual
de la época:
“`La Treinta y Tres´ es un hombre de setenta y pico de años. Luce un vestido de raso
blanco, brilloso y ajustado, con cola estilo Josefina. Recogida hasta la rodilla, en donde ha
31
Revista Somos Nº 1 p.1
10
colocado con generosidad pedrería verde. Guantes largos en gamuza verde y un sobre
también con pedrería. (…) Anillos, caros caravanas, collar, abanico”32
La nota refiere a un encuentro nocturno al cual habían asistido “unos treinta varones disfrazados
de mujeres” y “chongos”33, que culminó con un allanamiento policial. El pasaje citado da cuenta
de una de las características de los encuentros nocturnos de cultura homosexual, en los que los
hombres vestían con vestimentas femeninas. Dicho pasaje describe una característica particular
de la “identidad homosexual” de aquella época: la adopción momentánea de signos corporales
asociados a lo femenino y así como el uso discursivo de artículos gramaticales femeninos para
referirse a sujetos con una identidad masculina –“la treinta y tres es un hombre…”- y un deseo
homoerótico. Se trata de una identidad –la de las locas- difícilmente catalogable en patrones
rígidos de género. En palabras de Néstor Perlongher34 La identidad de la loca o marica implica la
presencia de su par complementario: el macho o “chongo”, como aquel “varón que sin renunciar
al prototipo masculino, ni necesariamente prostituirse se relaciona sexualmente con maricas”35.
Luego, continúa describiendo en un tono por momentos irónico, las distintas vejaciones a las
cuales los participantes e la fiesta se vieron sometidos por las fuerzas de seguridad. La nota
continúa relatando el modo en el cual uno de los participantes de dicho evento, estando detenido
conoció a otro muchacho y “se enamora en la celda”36, hecho que deja traslucir el modo en el
cual las relaciones sociales homosexuales lejos de disminuir ante su represión continuaba
desarrollándose aún a pesar de aquella.
Otro de los artículos es un comunicado del FLH denunciando la alzada represiva de la
policía contra las costumbres “poco masculinas” que buscaban “reimponer los roles sexuales tan
caros a la moralina burguesa”37. La persecución anti-homosexual era moneda corriente de
aquellos años. En este sentido puede afirmarse que la homosexualidad se experimentaba de una
manera ambigua: por un lado, explosión de sentidos y el goce, mezcla entre efusividad, liberación
sexual y dislocación de las dinámicas de género; por otro, la persecución la marginación y
represión permanente.
Consideramos que resulta imprescindible entender la forma en que la identidad
sociosexual homosexual se configuraba para comprender la forma que asumió su politización en
32
Ibíd., p.3
Ibíd.
34
Perlongher, Néstor, La prostitución masculina, Buenos Aires: Ediciones de la Urraca, 1993, p. 12
35
Ibíd., p. 12
36
Revista Somos Nº 1, p 4
37
Ibíd., p.6
33
11
la década de los 70. Destacamos un aspecto en particular retratado en uno de los artículos
anteriormente citados, en el cual se describe sucintamente el modo en el cual en los encuentros de
la subcultura homosexual de la época se establecía una suerte de dinámica “carnavalista”38 en lo
que refiere a las inversiones o alteraciones de los roles de género imperantes. Según Perlongher
en dicha dinámica se encontraba implícita una “modalidad minoritaria de producción de
subjetividad”39, en la que, frente a una lógica de fijación y cristalización identitaria (por ejemplo
o ser hombre, ser mujer), la modalidad minoritaria de subjetivación desplegaba devenires
identitarios móviles, en fuga. Esto es, frente a identidades sexuales fijas, se ponían en práctica
“modos alternativos, disidentes, `contraculturales´ de subjetivación”40, a contrapelo de la norma y
frente a un exterior plagado de represión. Estos rituales desestabilizadores cotidianos -y
cotidianamente perseguidos-, podría decirse que complementaban, quizás no en forma
consciente, la actividad militante del FLH de estilo más “tradicional”, dado que, -en palabras de
Perlongher- “aunque minoritarios, esos procesos afectan el conjunto”41.
De los documentos analizados se desprende que para el FLH la politización de lo privado
resultaba ineludible para poder vivir libremente la sexualidad, siendo aquel el objetivo final de su
lucha. Luego, sus representaciones de lo público y lo privado, así como las de la experiencia
homosexual en general, referían a una representación del ámbito público como espacio de
persecución y represión por las fuerzas del orden, condición que tendía a privilegiar el espacio
privado como ámbito de expresión y a la sexualidad como práctica liberadora. Respecto a los
destinatarios de su discurso, tal como señalábamos anteriormente, tanto el manifiesto “Sexo y
Revolución” así como la Revista “Somos” fueron documentos escritos por y para homosexuales,
con el fin de politizar la experiencia homosexual. A su vez, si bien por momentos sus planteos se
acercan a los de las organizaciones revolucionarias contemporáneas, polemizan con aquellas en
lo que refiere a sus reivindicaciones específicas de lucha dado que las mismas no contemplaban
la liberación de las sexualidades oprimidas.
38
Perlongher, Néstor ,“La fuerza del carnavalismo”, en Prosa Plebeya, Buenos Aires: Colihue, 1997, p.61
Ibid., p. 60
40
Perlongher, Néstor, “Devenires minoritarios”, en Prosa Plebeya, Buenos Aires: Colihue, 1997. p.68
41
Ibíd., p. 69
39
12
Conclusión
Luego de analizar los textos producidos por el FLH pudimos observar que dicha
organización se concibió como un agrupamiento político gestado por y para homosexuales,
orientado a subvertir las condiciones particulares de opresión a las cuales se veían sometidos
como tales. El centro de su planteo político se encontraba el problema de las condiciones
subjetivas tanto de reproducción como de alteración del orden existente. De este modo, sus
nociones de lo público y lo privado se encontraban íntimamente imbricadas, considerando que la
represión de la sexualidad poseía un rol fundamental para la reproducción del sistema. Esta
organización reconocía, en paralelo a la existencia de un sistema de explotación capitalista, un
sistema de explotación sexista que se encargaba de oprimir tanto a mujeres como a
homosexuales. Así, con el fin de luchar contra las condiciones que impedían vivir una libre
sexualidad, proponían una lucha contra las condiciones objetivas de opresión de clase así como
contra las sedimentaciones subjetivas del sistema de explotación sexista, vigentes en la moral y
reproducidos cotidianamente en cada acto individual. El texto “Sexo y revolución” presenta la
estructura de un manifiesto político de estilo tradicional, explicitando los principios
programáticos de una organización que, aún reconociendo la necesidad de luchar contra el
sistema de opresión capitalista, tenía por fin último liberar las condiciones particulares de
opresión de los homosexuales. Con respecto a su concepción del Estado, lejos de pensarse como
un espacio de lucha en el que disputar reconocimiento como identidad sexual minoritaria, este se
concebía como un aparato institucional funcional al sistema sexista imperante, con el cual los
homosexuales tenían contacto casi exclusivamente a través de sus instituciones represivas.
En lo que respecta a distintas representaciones de lo público, en el caso del FLH, y para la
experiencia homosexual en general, dicho ámbito era vivido como espacio de persecución y
represión por las fuerzas del orden. Por el contrario, en el ámbito privado las prácticas sexuales
eran concebidas como potenciales actos de libertad. Era en aquel ámbito en el cual se llevaban a
cabo los encuentros de la cultura homosexual, en los cuales se desarrollaban ciertas prácticas que
podrían ser definidas como “carnavalistas” en tanto dislocaban los patrones de género
convencionales de identidades fijas y estables.
El FLH fue fruto de un particular momento de convulsión política y de unas acciones
represivas focalizadas en la cultura homosexual, ya que los sucesivos hechos de represión
denunciados en los documentos analizados los conminó a sumergirse en la arena política. Es así
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que para el FLH, en continuidad con lo planteado por las organizaciones feministas de la época,
lo privado era una esfera que se encontraba atravesada por lo político, y que debía politizarse
para liberarse. De este modo, la liberación de las condiciones de opresión sexual no se encontraba
determinada en última instancia por el estado de la lucha de clases, sino que conformaba un
espacio de lucha política en sí misma aunque inseparable de un proceso de liberación del resto de
las condiciones de opresión.
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